Para Ricard Casabayó (Barcelona, 1968) el arte es huella, es energía condensada en algo nimio, como una piedra. Su universo pétreo recuerda al flujo energético que culturas líticas ancestrales que invocaban con sus grandes construcciones tipo dolmen, pero Ricard propone lo que podríamos llamar minilítico frente al megalito; frente al monumento reivindica al guijarro.